La manía de coplar

A pesar de estar contento
no canto solo alegrías,
doy consuelo a las tristezas,
sean de otros, sean las mías.

En la copla soy abierto
no la quiero para mí
la copla es un bien común
así yo la conocí.

Coplo con entusiasmo
a la mujer que me inspira
pero también le echo flores
a esa que ni me mira.

A veces ando atareado
pero me doy mi respiro,
yo quiero a la que me quiere
y a la que no, la suspiro.

Soy muy pródigo en abrazos
por eso en este final
le dejo franco mi pecho
a quien lo quiera tomar.

Coplas del nene arquero

Aquí buscando a cupido
para cortarle las alas
y evitar que aquel amor
nos ocupe las entrañas
provocándonos la herida
que es tan difícil curarla.

Si lo llegaras a ver
notifícanos tal hecho
para llevar las tijeras
escondidas en un cesto
ya verán que a ese cupido
nos lo ponemos parejo.

Primero le damos coba
a modo que su carcaj
sepamos en buen momento
de venablos trasegar
para que cuando reaccione
de flecharnos sea incapaz.

Pero si erramos en eso
resultó que en esta vez
el chamaquito encuerado
nos derrotó en buena ley
cuando presto estira el arco
ya nada se puede hacer.

Romance para la luna costeña

A la luna de mi tierra
una palma la sostiene,
es por eso que me alumbra
como farol que se mece,
y el recuerdo de una joven
en el alma me entreteje.
Poco a poco voy buscando
una página que albergue,
con los versos que me inspira,
el trovar que la encarece,
y la luna suspirando
con su luz iridiscente,
la convoca condolida,
y no dudo que ahora llegue
a tocarme el corazón
con su mano que no hiere.
Esta noche, en la penumbra,
si la busco y no aparece
ya sabrá cuanto la extrañan
la razón y el inconsciente;
pues su luz cuando hace falta
es silencio que no duerme.
Quien la viera entre mis brazos,
destellando transparente,
a esa luna de mi tierra
por la que mi voz se pierde,
reclamando la ternura
de su abrazo preferente.
Quien la viera, quien la viera
con su edad, cuando ella llegue
restañando las heridas
en mi pecho de transeúnte;
a esa luna de mi tierra
que me trajo con su veste,
el bullir de esta canción
que en mi afán ahora se vierte.

???????????????????????????????

Fabulilla de la gallina endina

La gallina pone un huevo
y el gallo la está mirando,
al tiempo que va buscando
como pisarla de nuevo.

En decidir si va a hacerlo,
un pelucón se entromete
y le gana el tenderete,
a él, que tuvo que ponerlo.

El gallo viejo ladea
su cresta toda empolvada,
y se va por la bajada
pues no es gallo de pelea.

Ahora sí, con gallo nuevo,
la gallina, muy ufana,
se despierta en la mañana
y hasta se olvida del huevo.

Coplas de la limonaria florecida

Limonaria florecida
de los campos de mi anhelo,
con el alma yo te canto
sobre el aire de este verso,
cuando inhalo tu perfume
en las noches de febrero.

Eres un trino en el día
con tu blancura de nube;
en la noche, serenata
que, en mis suspiros, resume
el canto de una guitarra
esperando que la pulse.

Entonces empiezo a andar,
pero te llevo conmigo;
con tu recuerdo me asumo
al dictado del destino,
porque en mi mano floreces
radiante como un hechizo.

Ay, hermosa y florecida,
fleco de albura encantada,
eres el don que ornamenta
las tejuelas de mi casa,
ahí callada penetras
en acordes de fragancia.

Amo tu sol gemebundo
iluminando mí vela,
porque otra vez, en mi patio,
así mis ojos te vieran,
con especial atavío,
semejante a una princesa.

Pero, ya ves, limonaria,
no estoy solo ni estás sola,
pues nos acompaña el mar
argumentando en su glosa,
que por alcanzar la luna
soñó también con la gloria.

DSC07775

Verdades del canto mío

La emoción me hace llorar,
la emoción me hace reír;
el amor me hace gozar,
el amor me hace sufrir,
pero diré que cantar
es lo que me hace vivir.

Cantando paso la vida,
esta vida apasionada,
así fuera de subida
y también en la bajada,
sin que nadie se lo impida
mi voz larga su tonada.

No canto para lucirme,
tampoco por quedar bien;
no será para morirme
si me bajan de algún tren:
no podrán ya persuadirme
ni el olvido ni el desdén.

Mi canto es gesto fraterno
con el que brega consciente,
pero jamás lo prosterno
para atraer a más gente;
puesto que nada es eterno
vive tan sólo el presente.

Tampoco mi canto instruye
ni corrige urbanidades:
rumorosa su agua bulle
por los campos y ciudades;
eso sí, jamás rehuye
expresarse con verdades.

Yo le doy a la que estimo
mi canción emocionada,
animoso se la imprimo
en vaivenes de tonada,
sobre todo cuando rimo
corazón con alborada.

Coplas tempraneras

Niña, no mires tanto
el precipicio del mar,
porque te puedes marear
hasta sentir su quebranto;
yo que te quiero tanto
te he venido a consolar.

No resulta amar en vano
a la mujer pretendida;
dejar abierta una herida
es vivir en lo profano.
Siempre será más humano
honrarla en la despedida.

Del viento son los suspiros;
los besos, de la marea
ya cuando el mar los menea,
con el vaivén de sus giros;
serán tuyos mis respiros
si el amor nos aparea.

Tan sólo vivo soñando
porque soñar es bonito,
un sueño yo necesito
para seguirles contando;
si me duermo caminando,
caminando hablo solito.

No me des otro pesar
que tu ausencia es suficiente:
atribulado y doliente ,
hoy se me ve caminar;
Quiero salirte a buscar,
para mirarnos de frente.

Ya con esto me despido,
un amor me está esperando,
el otro pasa franqueando
la alameda del olvido;
dos flechas tiró Cupido,
una me viene quemando.

Elogio a La Canción Mixteca

Otra vez la lejanía
ha puesto en mi corazón
los pulsos de una canción
llena de melancolía.
Es el canto preferido,
quejumbroso y dolorido,
por el ser que un día partió,
con rumbo desconocido,
sin pensar en el olvido
y esperando nos dejó.

Canción que sabe a consuelo
al alma que lo agradece
y que por esto merece
interpretarse en el cielo
del sur, colmado de estrellas
y de mujeres tan bellas
preferidas y añoradas,
mujer mixteca o costeña,
tuxtepecana o istmeña,
entre ellas la más amada.

Otra vez la lejanía
volcada en mares de espuma,
entretejida en la bruma
alienta melancolía.
Exhorto de una canción
cantada con devoción
por la tenaz esperanza;
su pulso nos da consuelo
porque, lejos de ese suelo,
se libera y nos alcanza.

Alejarme no quería
Oaxaca de mis amores
del perfume de tus flores,
del color de tu alegría.
Costa, Valle, Istmo, Sierra,
va este llanto de la tierra
milenaria y zapoteca,
con ecos del Papaloapam
y memorias de Huajuapam,
que hallé en la Canción Mixteca.

Coplas a la mera mera

Hay mujeres, no lo niego,
por cientos en este mundo;
pero una sola me llena
con sentimiento profundo.
Es de un lugar preferido
por mi sueño esperanzado
ese sitio va conmigo
y con ella aquí a mi lado.
Así anduviera yo lejos
por el confín de la aurora,
me sigue por dónde vaya
día tras día, hora tras hora.
Esa mujer es mi mundo,
es la sombra que refresca;
con su pasión ha evitado
que un día mi canto enmudezca.
Así llegó a mi existencia
y con ella floreció,
el jardín de los suspiros
que su mano cultivó.
Por ella doy esperanza
a mi vela y a mi sueño;
por ella es corto el camino,
por ella es grande el empeño.
Con ella al fin he vencido
el temor ante la muerte;
da ella en mi pecho exaltado,
pulso a mi don y mi suerte.

Coplas del alma

Dos besos que tú me diste
los coloqué en mis mejillas,
con discreción y a hurtadillas
pues así tú lo quisiste;
soy para siempre querido
y eternamente besado
este milagro soñado
sólo tú lo has conseguido.

Me nace quererte así,
sin conocerte siquiera,
pero sabes cuanto diera
por tenerte junto a mi;
estrecharte dulcemente
y besar tus labios rojos,
embebido en los sonrojos
que te invaden finalmente.

Tu nombre que suena a mar
ya lo quisiera escribir,
pero lo voy a decir
cuando te acabe de amar.

Mi guitarra se desvela
y mi voz se desmañana,
como amarte me consuela
dejo abierta la ventana,
tal vez oigas en mi canto
mi pesar y mi quebranto.

Cuando te invito a quererme
no arriesgas tu libertad,
serás libre como el viento
y yo seré como el mar:
mi querer no supedita
ni coarta la voluntad.

A fuerza de amar me hice amante
y de soñar soñador,
así disfruto mejor,
pues la vida es un instante

Son las mujeres hermosas
para mi una bendición;
pero también, por descuido,
pueden ser mi perdición.

Apenas es de mañana,
el amor me ha levantado,
tiene la piel de manzana
y el corazón encantado.

Un sombrero identifica
al sol que me favorece,
cuando su luz aparece
una copla me dedica,
mi verso lo clarifica:
el cielo ella se merece.

Es todo por este día,
mañana será otro caso,
me despido con abrazo
si disculpan la osadía,
mujeres mi valentía
es amarlas paso a paso.

Si alguien quiere saber
a quien dedico mi verso,
mirando hacia el universo
lo podrá reconocer,
es una estrella brillante,
de porte muy elegante,
la dueña de mi querer.

Con el alma conmovida
y los sentidos alerta,
celebro que estés despierta
para ofrecerte mi vida;
porque me falta fortuna
voy a tocar a tu puerta
obsequiándote la luna.

Escribo en este papel
para darle un uso bueno,
porque yo en cosa de amores
no me meto con lo ajeno.

Una pena y otra pena
juntas son mi penitencia,
por amarte sin remedio,
sin esperar tu clemencia.

Los amores que prefiero
con yacua no he de amarrar,
ni con mecate tilinque
porque se pueden soltar.

En esta noche la luna
se ocultó cuando saliste,
no quiso ver la fortuna
que con tus besos me diste.

El amor me hizo coplero
y tus ojos soñador,
le das tono a mi guitarra
para que suene mejor.

Veinte coplas voy a hacer,
serán veinte o serán más;
ahora escúchalo mi bien:
sonarán por donde vas.

Con la copla me consuelo,
con la copla me resigno,
mi canto es un gesto humilde,
pero también es muy digno.

Ay amor porque me das
sólo falsas esperanzas,
si ella no quiere ni verme
y yo si quiero mirarla.

El amor es un embrujo
pertinaz y duradero,
el vendaval de su influjo
me avasalla por entero.

Cantaré al caer la tarde
y al despuntar la mañana,
así seguiré cantando
el resto de la semana.

Mientras tú sigas ahí
dónde te pueda mirar,
seguiré escribiendo versos
para hacerte suspirar.

Para ti son estas coplas,
las cantaré hasta que muera,
si tú me esperas adentro
te estoy esperando afuera.

Quiero sembrar mis caricias
en el jardín de tu piel,
y con tus labios abiertos
empalagarme de miel.

Qué no me importa la muerte,
para morir he nacido,
qué no me importa la muerte
pero si muero contigo.

*******************

No se preocupen amigos
si me ven dando de tumbos,
es que hay mujeres hermosas
por acá por estos rumbos.

Luego me voy tambaleando
sin beber ningún licor,
una mujer me perturba
como vino embriagador.

Al mirarla me contengo
disimulando un suspiro,
aroma con su perfume
al lugar donde la miro.

Es dulce fruta madura,
morderla se me ha antojado;
como a la flor que es ajena,
voy mirándola de lado.

Ya con esta me despido
porque el espacio se angosta,
ahí les dejo mi saludo
desde el cielo de la costa.